Alberto de Castro
Efectos del COVID en el valor de las empresas
Es evidente que la irrupción del COVID ha cambiado el mundo, y no es extraño oír expresiones como “nueva normalidad”. El impacto en los negocios ha sido (y continúa siendo) muy relevante. El efecto más inmediato son todas las de pequeñas y medianas empresas que se han visto obligadas a echar el cierre, ante un reto económico que exigía una gran capacidad de adaptabilidad y de resistencia. Las grandes corporaciones también se han visto afectadas en mayor o menor medida, con caídas significativas de facturación (especialmente ciertas industrias) o la acumulación de enormes pérdidas.
Las compañías cotizadas no han sido, ni mucho menos, una excepción. La caída generalizada de las bolsas desde mediados de febrero se reflejó en el desplome de más del 30% del índice S&P500. Aunque hoy el panorama es ya otro (debido al peso cada vez mayor de determinados sectores, menos afectados), algunos inversores han tenido que digerir importantes deterioros en sus inversiones, y la capitalización de algunos negocios tardará en recuperar niveles pre-crisis.
A la hora de identificar las causas de la menor valoración de estas compañías, podemos identificar dos factores principales:
Deterioro del negocio a largo plazo
A la hora de valorar un negocio, el factor más determinante es la capacidad de generar beneficios económicos para sus accionistas. El negocio de muchas empresas se ha visto claramente afectado por la crisis sanitaria. Incluso superados los cierres obligatorios, muchos negocios han visto mermado su volumen de negocio, o la rentabilidad obtenida, al menos en el corto plazo.
Sin embargo, la mayor parte del valor de los negocios (y especialmente en el actual escenario macroeconómico de tasas y rentabilidades bajas) viene del desempeño esperado a largo plazo. En este sentido, con respecto al largo plazo, la incertidumbre todavía es elevada. Todo dependerá de que las prometedoras vacunas (y/o tratamientos) que se anuncian sean eficaces y permitan recuperar las situaciones en que estos negocios eran rentables. Solo en ese escenario, muchos negocios podrían recuperar su antiguo esplendor. Sin embargo el mencionado grado de incertidumbre hace que, a día de hoy, este potencial valor futuro esté más cuestionado. No obstante, la mayor pérdida de valor del negocio en la mente de los inversores tiene origen en el futuro a corto y medio plazo.
Posición Financiera Neta
Sin embargo, el ser propietario de una acción de una compañía cotizada, además del negocio de la misma, también nos hace dueños de sus activos y pasivos, siendo especialmente relevantes respecto al valor de las acciones los activos y pasivos financieros, que se aglutinan en la Posición Financiera Neta, principal ajuste para pasar del valor del negocio al valor de las acciones. También referido en ocasiones como Deuda Neta, es la diferencia (positiva o negativa) entre la deuda y el efectivo de la compañía (y otros activos financieros y/o no operativos del balance o fuera de balance).
Un ejemplo más visual: entre dos sociedades que tuvieran negocios equivalentes, sería preferible poseer aquella que no tiene deuda y dispone de millones de euros en sus cuentas bancarias, antes que la otra en caso de que deba esos millones al banco y a su vez tenga las cuentas bancarias prácticamente a cero.
Las pérdidas incurridas por las empresas afectadas por el COVID durante este primer semestre de 2020 han deteriorado la posición financiera de las mismas por lo que, bien han consumido tesorería, o bien se han visto obligadas a ampliar su endeudamiento. De acuerdo con esto, aunque las expectativas de desempeño de la empresa volvieran a ser las históricas (y se le otorgase el mismo valor al negocio), el deterioro patrimonial de este periodo (consumo de caja) se traduce necesariamente en un menor valor de la acción.
El impacto varía por industria, pero hay más factores
Esto, evidentemente, no es aplicable al 100% de las empresas, sino que existen otros factores. Uno de los principales debería ser la industria, no todos los negocios se han visto igualmente afectados por el COVID, cuyo efecto puede ser incluso positivo para algunos sectores, pero hay otros factores propios de la empresa, tales como la salud financiera previa, o la habilidad de sus gestores, que pueden marcar diferencias e influir en el valor para sus accionistas.
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